lunes, 2 de enero de 2017

La Europa del miedo

Amargura en este comienzo de año. Durante la madrugada del 1 de enero de 2017, un atentado terrorista se cobró la vida de al menos 39 personas en una conocida discoteca de Estambul, todo ello a pesar de que Turquía había adoptado unas excepcionales medidas de seguridad de cara a estas fechas. Turquía ha cerrado así un año ensombrecido por atentados que, sin lugar a dudas, pasarán una costosa factura al futuro económico y social del país. Mientras, en Europa, intentamos protegernos frente a esta barbarie de una forma pasiva e hipócrita.

Occidente no sufre ya una amenaza. Nuestra sociedad y nuestros valores se encuentran heridos de gravedad y están desangrándose poco a poco a causa de la vivificación de lo que, hasta hace relativamente poco tiempo, a algunos les parecía un incordio residual. Nuestra incultura nos torna ciegos. Así, como borregos, portamos pancartas por la paz y parimos de forma dantesca pusilánimes hastags, adentrándonos inconscientemente en un escenario del que difícilmente podremos escapar. Sorprende ver cómo las capitales europeas se han blindado durante estas fiestas para evitar masacres como las que acontecen cada cierto tiempo en el seno de nuestra civilización. En Colonia, sin ir más lejos, la presencia policial y el miedo han conseguido evaporar una de sus fiestas más populares, y la ciudad ha recibido el nuevo año con menos libertad y más pánico. Y todo ello para que no se repitiera la catástrofe de la pasada Nochevieja, en la cual cientos de personas denunciaron que habían sido víctimas de agresiones sexuales y robos, muchos de los cuales habían sido perpetrados por refugiados. Así, para evitar la mala prensa, las grandes ciudades de Europa decidieron protegerse con el fin de no ser atacadas de nuevo. Sin embargo, proteger nuestra sociedad no significa defender su cultura y sus valores. 

Lo que parece no entender esta sociedad cada vez más idiotizada por el sectario bombardeo mediático progresista, es que la fraudulenta protección que dicen ejercer nuestros mansos Gobiernos lleva implícita la colocación de una discreta mordaza sobre un pueblo cada vez más cebado ideológicamente por ese mantra que, insistente, repite eso de "Refugees welcome”, impidiéndole así hacer un análisis sobre la relación que pueda existir entre la masificada acogida de refugiados y el incremento del terrorismo en Occidente. 

Quizá todo esto solo se trate de una ceguera selectiva fomentada por los que vislumbran claramente la realidad pero prefieren ocultarla con el fin de mostrar al mundo una excéntrica y distante imagen de solidaridad, que, en la proximidad, desprende el característico hedor pútrido a poder corrompido. Desgraciadamente, las televisiones afines esa hipocresía introducen en sus programaciones horas y horas de análisis político superficial pero bien expresado por los que saben ganarse a la audiencia y a las redes con sensuales lemas populistas. El contacto estrecho y realista con la verdadera problemática se pierde cuando estos individuos, amantes de regímenes xenófobos y racistas, copan la parrilla televisiva al completo para desvirtuar sus propias convicciones. Animales mediáticos que no dudan en tachar de racista a alguien por expresar su legítima opinión, mandándolo al desagüe infecto de las redes sociales organizadas. 

El problema que conlleva la transgresión mediática de ciertos personajes públicos no es únicamente el sesgo ideológico que introducen en la mente de la sociedad civil, sino que, además de violar nuestra identidad, amedrentan a ciertos mandatarios cuyo mayor temor es la opinión pública. Fruto de esa cobardía, nace pues la deserción ideológica de quienes fueron elegidos en función de sus valores para velar por el interés de su patria.
Pero los políticos españoles no son los únicos que se han arrodillado frente al esperpento de la nueva casta progresista. En los países más importantes de la Unión Europea es evidente la continua subida que experimentan los partidos rupturistas, pues muchos ven a Europa como una amalgama de Estados vacía de contenido político que ha fracasado en entendimiento y cinética sincronizada.

Remarcar que ISIS ha reivindicado la autoría de la masacre de Estambul. Una más de una cuantiosa lista. Existen políticos y ciudadanos que, con un pensamiento simplista y abotargado, siguen sentenciando con suma ignorancia a los países que combaten el fundamentalismo. Defienden de manera incoherente a estos grupos, que consideran a la mujer como un deshecho social, mientras canturrean a favor de la supuesta libertad de la que despojan a Cristina Pedroche cuando aparece en antena vestida como a ella le place. 

Europa nació como un gran proyecto que merece ser remodelado en profundidad para no acabar, por nuestra propia tozudez, perdiendo todo por lo que lucharon durante siglos nuestros antepasados. Nuestra libertad no deja de ser nuestro mayor tesoro; no dejemos que nos arrebaten la palabra y la enorme suerte de vivir según nuestras propias convicciones. 

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