Manuela Carmena lo ha vuelto a hacer.
Si pensábamos que ya no podía magnificar más su imagen y la de su
propio partido a costa del conjunto de los españoles, sin duda nos
equivocábamos. La alcaldesa de Madrid ha decidido poner en marcha,
junto a la brillante colaboración de Celia Mayer, una emisora de
radio municipal que, según dice su edil de Cultura, será una
herramienta que servirá como canal de comunicación con los
madrileños. No obstante, este ambicioso proyecto sufre ya los
achaques propios de una cuestionable gestión.
Radio M21, el nuevo juguete del
caprichoso equipo de Ahora Madrid, ha comenzado con mal pie. Para
empezar, el único grupo político que no ha criticado este proyecto
ha sido el mismo que lo ha impulsado, cubriendo de falsa objetividad
al indiscreto sectarismo que practican. Al parecer, las
contrataciones no han sido del todo transparentes, como suele ser
habitual por parte del actual Gobierno de la capital. Así, el
nepotismo vuelve a ensombrecer la gestión de Carmena, sobre todo si
alzamos la mirada y la fijamos en el mandamás de la futura emisora,
Jacobo Rivero. El periodista, que antaño trabajó como corresponsal
en España de la televisión del régimen de Hugo Chávez, emprende
hoy un nuevo proyecto de la mano de los que desde aquí añorarán
siempre al dictador y sus mezquinas prácticas utilizando la
cantinela soporífera de siempre. Estoy convencido aún así de que
Carmena ha abierto la puerta a los 70.000 euros que entrarán en el
bolsillo de Rivero una vez puesta en marcha la emisora, además de
por su currículum en la prensa -o más bien, servidumbre mediática-
internacional, por la dilatada experiencia profesional de Rivero
escribiendo biografías de personas que no alcanzan los cuarenta años
y cuya carrera política se podría resumir en cuatro palabras mal
contadas.
Según Celia Mayer, el proyecto
pretende ser un canal que facilite y acerque la cultura a los
madrileños de una forma imparcial, para seguir construyendo Madrid
entre todos. La ambigüedad de las declaraciones de Mayer deja en
evidencia, como de costumbre, la insolvencia de sus ideas. Con
centenares de miles de euros destinados a tertulianos y
colaboradores, la edil de Cultura asegura que el canal de radio
estará libre de toda ideología política. Así, desde Ahora Madrid
tratan de proyectar en nuestras mentes una emisora repleta de cultura
e información objetiva, dos pilares básicos de una sociedad, que,
si se gestionan de manera imprudente cayendo en las manos
inadecuadas, pueden llegar a convertirse en una herramienta muy
peligrosa pero a la vez atractiva para los que apuestan por el modelo
mediático de países sumidos en la represión. No podemos evitar
pensar en la turbidez de esas ondas radiofónicas al ver que parte de
la gestión también recae sobre la dicharachera reportera Rita
Maestre, ahora concejala, que en su época de estudiante se sumergía
en el soviet de la Facultad de Ciencias Políticas de la Complutense
para gestar la tórpida revolución marxista que a día de hoy no
logra alcanzar el límite deseado por Iglesias y compañía.
Con un proyecto endeble y marcado por
los dedazos y la falta de transparencia, Ahora Madrid decide defender
su postura atacando a la oposición, que pide explicaciones, en lugar
de elaborar sólidos argumentos para convencer al resto de grupos
políticos.
Por otro lado, en una ciudad donde su
propio Ayuntamiento espanta a los inversores extranjeros y donde no
se invierte en limpieza, obra pública ni infraestructura, una
cuantiosa partida presupuestaria va paradójicamente destinada a
paliar el síndrome de abstinencia ideológico de su Gobierno. Un
dinero que, en lugar de destinarse a mejorar la situación real de
los madrileños, se inyecta directamente en el bolsillo de aquellos a
los que hay que colocar en algún cargo que yo llamaría "de
confianza". Esas políticas sociales que prometían, caen en el
ostracismo cuando Carmena y los suyos tratan de manipular -o hacer
suya- la opinión pública para así maquillar la realidad de su
mandato, lucrándose gracias a la verdadera pobreza contra la que no
luchan, pues no tienen ninguna intención de hacerlo. Esa emisora
tendrá sin duda una desvergonzada palabrería socialista que no dará
empleo ni comida a los madrileños en situación desfavorable.
Iglesias y los suyos han pasado de
gestionar una televisión financiada por el dinero de todos los
venezolanos a construirse su fuerte radiofónico, pero esta vez
utilizando nuestro dinero. No importa el cómo, la cuestión es que
el parné de su amado pueblo no deje de gotear para así regar las
infraestructuras cuyo único objetivo es el adoctrinamiento de la
sociedad civil.
Mientras tanto, la menguante horda
tuitera de siempre, cegada por el caduco fervor comunista, acude a la
carga aprobando esa estéril inversión, argumentando que ya era hora
de que algún medio de comunicación fuera controlado por la
izquierda. Pavorosos comentarios, sin duda, de aquellos que prefieren
una sociedad lobotomizada antes que una sociedad activa y con
criterio.
Termino con esta cita de Diderot, que
me vino a la mente nada más leer la primera noticia sobre este
disparate:
"Engullimos de un sorbo la
mentira que nos adula
y bebemos gota a gota la verdad que
nos amarga"
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