Seis
condiciones ha puesto el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, encima
de la mesa para comenzar un proceso de negociación con los populares
de cara a la investidura de Mariano Rajoy como Presidente del
Gobierno. Seis sencillos puntos que, por cobardía o por simple
egocentrismo, ningún otro líder político se había aventurado ni
siquiera a esbozar hasta ahora. Seis componentes de una jugada
maestra que deja a los naranjitos bien posicionados en el pistoletazo
de salida de esta maratón política.
Es
un hecho que el Partido Popular, le pese a quien le pese, ganó las
elecciones el pasado 26-J con una holgada mayoría. España habló y
lo hizo respaldada por el sistema democrático que parece no agradar
demasiado a los que esputan constantemente sobre la verdadera
sociedad civil, que, por lo que se ve, no adecua sus características
al canon que tenían en mente aquellos que se creían sus
representantes legítimos. Nuestros políticos debían entonces, muy
a pesar de algunos, empezar a trabajar en base a unos resultados
objetivos y sobre un Congreso de los Diputados fraccionado. Pulir y
dar forma al Gobierno de un país con tan sustanciosa discrepancia no
es ni mucho menos tarea fácil. Aquellos que dicen ser el altavoz de
la gente, optaron entonces por el camino de la expectación perezosa
desde el escaño de su bancada. Otros, los que en algunos lugares de
España se pusieron en su día la cofia y el mandil para servir
incondicionalmente a los populistas, deciden hoy ponerse una coraza
metálica y rechazar cualquier posibilidad de acuerdo constructivo
que incluya a los ganadores de los segundos comicios. Ninguno de los
mencionados han decidido hasta ahora quitarse las anteojeras y
ampliar sus miras para ver el mundo al completo y la diversidad de
sus senderos.
Hace
unos días, el portavoz del grupo Socialista en el Congreso, Antonio
Hernando, afirmaba tajante en una rueda de prensa que su partido no
indultará a Rajoy, ya que la corrupción existente en el seno del PP
es demasiado importante como para perdonarla. Así, sin preliminares,
Pedro Sánchez y los suyos utilizan de manera repetitiva y constante
este argumento de cena de amiguetes para no dirigir la mirada hacia
la opción más coherente y responsable. Resulta paradójico que los
únicos que entienden que pactar con el PP supone legitimar su
corrupción sean los que pertenecen al partido involucrado en el
fraude más importante de la historia de nuestro país. Y por si
fuera poco, se atribuyen injustificadamente y como de costumbre la
autoridad moral para otorgar perdones. Recordemos que, a la hora de
ser investida, Susana Díaz cargaba sobre sus espaldas los numerosos
casos de corrupción del PSOE de Andalucía. Nadie la indultó, y sin
embargo, en lugar de utilizar la chulería sensacionalista y vacía
de contenido, lo que en aquel momento se hizo desde el grupo de
Ciudadanos fue proponer un pacto que abriera camino a la regeneración
política -o el comienzo de la misma- en Andalucía y que
incrementara la lucha activa contra la corrupción. Los socialistas
entonces, dando saltos de alegría, miraron a Ciudadanos con unos
dóciles y confiados ojos que hoy parecen haberse cegado.
Si
Sánchez quisiera realmente acabar con la corrupción en nuestro
país, además de empezar por combatir la de su partido, debería
obligar, de la manera que otros lo hacen, a que el resto de los
partidos liquidasen la suya. Pero eso se logra con el diálogo, tarea
mucho más ardua que el ejercicio del simple veto. Sorprende también
que el PSOE, habiendo firmado en la anterior legislatura esos mismos
puntos y llevándolos en el pacto con Ciudadanos, se niegue a formar
parte de la negociación. ¿Qué les habrá llevado pues a cambiar
hoy de opinión? ¿Con cuál de las seis medidas no están de acuerdo
los socialistas? Quizá su única discrepancia sea la previsible
falta de protagonismo de Sánchez.
Desde
Ciudadanos han dado un paso al frente, gesto muy loable visto el
panorama actual. Los de Rivera han anunciado alto y claro unas
condiciones que ningún partido que añore un futuro debería
rechazar. La eliminación de los aforamientos o la reforma de la ley
electoral son algunos de los puntos que tendrán que aceptar los
populares para comenzar las negociaciones de cara a la investidura de
su líder. Recordemos que Rajoy se ha mostrado siempre abierto a
adoptar medidas cuyo objetivo sea endurecer la lucha contra esa lacra
corrupta que por desgracia hoy abunda en nuestra sociedad. El PP
tiene entonces, si las circunstancias y sus dirigentes que van a
votar esa propuesta lo permiten, la oportunidad de demostrar su
compromiso con la regeneración política. No se entendería que
Rajoy, que tanto añora un Gobierno estable, declinase esa oferta, y,
en lugar de dar un paso al frente, retrocediese abocándonos a unas
terceras elecciones. Confiemos en el sentido de Estado y la
responsabilidad de los populares y pidamos un poco de cordura al PSOE
para que dejen de ejercer ese pueril e injustificado bloqueo. Pidamos
al PSOE la sencilla misión de pensar en España.
Con
este envite, Rivera pone contra las cuerdas al PP, que se verá
obligado a firmar, y al PSOE, que si no lo hace seguirá cayendo en
picado hasta marchitar la rosa que Sánchez y compañía sostienen
con el puño vigorosamente cerrado a causa de un falso idealismo
propio de tiempos pasados. Es momento de cesión y de pactos. Es
tiempo de regenerar no solo la política, sino también esa
mentalidad que algunos parecen tener anclada en otra época. Es
tiempo de negociación, y Ciudadanos ha dado el primer paso poniendo en
jaque al resto de los partidos políticos. Solo se salvará el que sepa adaptarse a esta nueva
era.
Cuanta razon!! Rivera esta dando pasos admirables para desbloquear al situacion.El problema sera que seguramente habra gente(sobre todo los mas escorados) que no lo veran como un intento de desbloquear kla situacion sino como una bajada e pantalones y una traicion...vamos que lo acusaran de no ser un cabezon y resistirse en vez de adaptarse.
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