jueves, 11 de agosto de 2016

Jaque

  
Seis condiciones ha puesto el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, encima de la mesa para comenzar un proceso de negociación con los populares de cara a la investidura de Mariano Rajoy como Presidente del Gobierno. Seis sencillos puntos que, por cobardía o por simple egocentrismo, ningún otro líder político se había aventurado ni siquiera a esbozar hasta ahora. Seis componentes de una jugada maestra que deja a los naranjitos bien posicionados en el pistoletazo de salida de esta maratón política.

Es un hecho que el Partido Popular, le pese a quien le pese, ganó las elecciones el pasado 26-J con una holgada mayoría. España habló y lo hizo respaldada por el sistema democrático que parece no agradar demasiado a los que esputan constantemente sobre la verdadera sociedad civil, que, por lo que se ve, no adecua sus características al canon que tenían en mente aquellos que se creían sus representantes legítimos. Nuestros políticos debían entonces, muy a pesar de algunos, empezar a trabajar en base a unos resultados objetivos y sobre un Congreso de los Diputados fraccionado. Pulir y dar forma al Gobierno de un país con tan sustanciosa discrepancia no es ni mucho menos tarea fácil. Aquellos que dicen ser el altavoz de la gente, optaron entonces por el camino de la expectación perezosa desde el escaño de su bancada. Otros, los que en algunos lugares de España se pusieron en su día la cofia y el mandil para servir incondicionalmente a los populistas, deciden hoy ponerse una coraza metálica y rechazar cualquier posibilidad de acuerdo constructivo que incluya a los ganadores de los segundos comicios. Ninguno de los mencionados han decidido hasta ahora quitarse las anteojeras y ampliar sus miras para ver el mundo al completo y la diversidad de sus senderos.

Hace unos días, el portavoz del grupo Socialista en el Congreso, Antonio Hernando, afirmaba tajante en una rueda de prensa que su partido no indultará a Rajoy, ya que la corrupción existente en el seno del PP es demasiado importante como para perdonarla. Así, sin preliminares, Pedro Sánchez y los suyos utilizan de manera repetitiva y constante este argumento de cena de amiguetes para no dirigir la mirada hacia la opción más coherente y responsable. Resulta paradójico que los únicos que entienden que pactar con el PP supone legitimar su corrupción sean los que pertenecen al partido involucrado en el fraude más importante de la historia de nuestro país. Y por si fuera poco, se atribuyen injustificadamente y como de costumbre la autoridad moral para otorgar perdones. Recordemos que, a la hora de ser investida, Susana Díaz cargaba sobre sus espaldas los numerosos casos de corrupción del PSOE de Andalucía. Nadie la indultó, y sin embargo, en lugar de utilizar la chulería sensacionalista y vacía de contenido, lo que en aquel momento se hizo desde el grupo de Ciudadanos fue proponer un pacto que abriera camino a la regeneración política -o el comienzo de la misma- en Andalucía y que incrementara la lucha activa contra la corrupción. Los socialistas entonces, dando saltos de alegría, miraron a Ciudadanos con unos dóciles y confiados ojos que hoy parecen haberse cegado.
Si Sánchez quisiera realmente acabar con la corrupción en nuestro país, además de empezar por combatir la de su partido, debería obligar, de la manera que otros lo hacen, a que el resto de los partidos liquidasen la suya. Pero eso se logra con el diálogo, tarea mucho más ardua que el ejercicio del simple veto. Sorprende también que el PSOE, habiendo firmado en la anterior legislatura esos mismos puntos y llevándolos en el pacto con Ciudadanos, se niegue a formar parte de la negociación. ¿Qué les habrá llevado pues a cambiar hoy de opinión? ¿Con cuál de las seis medidas no están de acuerdo los socialistas? Quizá su única discrepancia sea la previsible falta de protagonismo de Sánchez.

Desde Ciudadanos han dado un paso al frente, gesto muy loable visto el panorama actual. Los de Rivera han anunciado alto y claro unas condiciones que ningún partido que añore un futuro debería rechazar. La eliminación de los aforamientos o la reforma de la ley electoral son algunos de los puntos que tendrán que aceptar los populares para comenzar las negociaciones de cara a la investidura de su líder. Recordemos que Rajoy se ha mostrado siempre abierto a adoptar medidas cuyo objetivo sea endurecer la lucha contra esa lacra corrupta que por desgracia hoy abunda en nuestra sociedad. El PP tiene entonces, si las circunstancias y sus dirigentes que van a votar esa propuesta lo permiten, la oportunidad de demostrar su compromiso con la regeneración política. No se entendería que Rajoy, que tanto añora un Gobierno estable, declinase esa oferta, y, en lugar de dar un paso al frente, retrocediese abocándonos a unas terceras elecciones. Confiemos en el sentido de Estado y la responsabilidad de los populares y pidamos un poco de cordura al PSOE para que dejen de ejercer ese pueril e injustificado bloqueo. Pidamos al PSOE la sencilla misión de pensar en España.

Con este envite, Rivera pone contra las cuerdas al PP, que se verá obligado a firmar, y al PSOE, que si no lo hace seguirá cayendo en picado hasta marchitar la rosa que Sánchez y compañía sostienen con el puño vigorosamente cerrado a causa de un falso idealismo propio de tiempos pasados. Es momento de cesión y de pactos. Es tiempo de regenerar no solo la política, sino también esa mentalidad que algunos parecen tener anclada en otra época. Es tiempo de negociación, y Ciudadanos ha dado el primer paso poniendo en jaque al resto de los partidos políticos. Solo se salvará el que sepa adaptarse a esta nueva era.

1 comentario:

  1. Cuanta razon!! Rivera esta dando pasos admirables para desbloquear al situacion.El problema sera que seguramente habra gente(sobre todo los mas escorados) que no lo veran como un intento de desbloquear kla situacion sino como una bajada e pantalones y una traicion...vamos que lo acusaran de no ser un cabezon y resistirse en vez de adaptarse.

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